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La insoportable brevedad del ser

La insoportable brevedad del ser

“Te alistas desde casa, te depilas o no, pero por lo menos te bañas, imaginas qué grandioso será ese momento en el que sus cuerpos desnudos estén cerca, cerquita, ya te has masturbado pensando en cómo se sentirá o qué sucederá. Lo ves, coquetean, se besan, pasan al siguiente nivel, ya estás desnuda y sientes su pene sin ropa, el espacio entre tú y él es estrechísimo, imaginaste ese momento que te puede llevar al paraíso del placer.

¡Oh! espera, algo está mal, no toca tu vulva, mucho menos tu clítoris, no acaricia tus caderas como lo imaginaste, succiona el pezón como si quisiera arrancártelo, de repente mete los dedos en tu vulva y ni siquiera tienes la lubricación suficiente como para que los dedos no rocen, tratas de guiarlo con tu mano y lo besas, te esfuerzas para que el momento no se arruine por torpeza.

Quiere penetrarte, mentalmente te dices que para ser la primera vez no está tan mal, es guapo, inteligente, sensual, tiene un cuerpazo, bueno, no tanto, un cuerpo que te atrae, también tratas de decirle que se espere, que lo haga más despacio que pueden acariciarse y besarse antes; te penetra, lo disfrutas, comienza un nuevo nivel de excitación para ti y uno, dos, tres ¡Bum!, se viene, te quedas pensando que hubiera sido mejor dejar este suceso en tu imaginación y seguirte masturbando con eso, por lo menos ahí si tenías orgasmos, te dices a ti misma que intentaste comunicar lo que necesitabas, pero no te sentiste escuchada”.

Muchas mujeres hemos pasado por momentos así y/o mucho peores en relaciones con hombres.

La educación efectiva para tener placer casi no existe, de algunos libros se aprenden posiciones, anatomía, fisiología y de la pornografía hasta imaginamos que conocemos qué significa cada gemido, y nada más alejado de la realidad que lo que sucede en la industria del porno. El caso es que no sabemos cómo tener placer y al mismo tiempo interactuar con otro ser humano respetando y respondiendo a su proceso de excitación.

Si los hombres se dieran el tiempo de pensar en el placer ajeno y no sólo propio, de dejar de pensar que son los grandes amantes y que le “pueden dar duro” a la chica y que eso la hará gozar, si pudieran charlar del tema con la pareja o investigar con especialistas ( sin sinetir que esto les quita hombría) y dejar de suponer qué es lo que le podría gustar a la pareja- porque es claro que lo que le gusta a una mujer no tiene porque gustarle a otra-  y comprendieran que la manera de tener placer es tan diversa como seres humanos existimos, entenderían que el placer compartido es sublime, además  se trata de la importancia de reconocer y respetar la diferencia, también de lo esencial de la comunicación.  Igualmente podrían darse a la tarea de leer los gestos, movimientos, gemidos, sin compararlos con otras parejas o el porno.

Es incómodo tener sexo con un hombre que sólo quiere penetrar o tener un orgasmo sin fijarse en el placer de la otra persona – podría ser placentero si es de mutuo acuerdo-, la brevedad  incomoda porque desaparecemos para ellos, si ya tuvieron el orgasmo pues que le sigan, con los dedos, la lengua, las caricias, los besos, las palabras, los abrazos que usen la imaginación ya que es infinita. Aseguro que es más divertido, también es mucho más interesante cuando ambas partes comunicamos lo que nos gusta, lo que no y cómo obtenemos el mayor placer.

Ahora, es importante que tanto hombres como mujeres nos preguntemos porqué nuestros encuentros son breves, ¿ Estamos cansades? Pues un masaje podría ser mejor que el sexo, ¿La jornada estuvo pesada? Hablar sobre cómo nos sentimos también genera intimidad, ¿No sabemos cómo prolongarlo? Preguntemos, ¿Tenemos miedo a decir lo que nos gusta y lo que no? Podemos generar ese espacio de intercambio de ideas antes del encuentro, ¿No sabemos porqué nos enfocamos en nuestro placer y no en la otra persona? ¿Nos damos cuenta de que sólo complacemos a la otra persona, pero nos cuesta trabajo recibir placer? Mira hacia tus aprendizajes, cultura, contexto, configuración como yo le digo.

Y por fis, dejen de tener Coitocentrismo y que el orgasmo no sea el objetivo final de un encuentro sexual; lo mejor es el placer.

Hasta la próxima.

De lo privado a lo público - Dra. Kosett Almendra

Lo que acuerpamos las mujeres
por la Dra. Kosett Almendra.


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